Cuando jugábamos a Cenicienta

Mi sobrina Magdalena y yo jugábamos mucho cuando yo vivía en Chile. Ahora que ella está más grande le gusta conversar y no tanto jugar, pero mientras yo vivía allá y nos juntábamos a ella le gustaba jugar de preferencia a La Cenicienta.

Lo divertido fue la primera vez que lo propuso, cuando le pregunté si ella quería ser la Cenicienta... para mi sorpresa me dijo: "Noooo, tú eres cenicienta. Yo voy a ser una de las hermanastras!"
Bueno, dije yo, qué niña tan generosa ella quiere que yo al final del cuento sea feliz, ¡Qué linda!

Comenzó el juego, ella empezó a gritar:

"¡¡¡Cenicienta!!! ¡¡¡Limpia el piso!!!
¡¡¡Cenicienta, lava los platos!!!
¡¡¡Cenicienta, lava la ropa!!!"

Y seguía mandándome y yo obedeciendo siguiendo el juego del cuento tan famoso.

Cuando viene el momento de que Cenicienta se vaya para el baile en casa del príncipe, Magda interrumpe el juego y dice: "Ya, ahora yo voy a ser Cenicienta, y tú serás la hermanastra..." Y ahí fue que yo caí... ¡¡¡Pero qué tiguerita!!!
Esa sí que era sabia... Cuando le tocaba bailar con el príncipe y bonchar ella sí quería ser Cenicienta, y cuando Cenicienta tenía que coger lucha fregando y haciendo oficio en la casa de la madrastra ella quería estar del lado de los que mandan!

Cuando yo le reclamé diciéndole que así no valía... ella me dijo: "Está bien, tú puedes ser después..." (obviamente ese después nunca llegó... JAJAJAJA ¡¡¡Qué tigueraza!!! y tenía como 4 años cuando mucho!!!)

¿¿¿Así sí que es bueno jugar no???