Se murió Tite

Uy, cuánto me alegré cuando mi amiga (más jamona que una charcutería española llena de piernas de jamón serrano) me contó que tenía novio.

¡Ay qué bien! Novio para fulanita, por fin, tanto que luché porque se pusiera bonita y consiguiera alguien que le moviera el piso.

La verdad que ella se descuidaba bastante, es decir, se ocupaba mucho de unas cosas y nada de otras. De las cosas que se preocupaba ninguna tenía que ver con la estética normal que ronda nuestras mentes. Y no era fea... es decir, era más simpática que bonita, pero había algo de material explotable en esa tierra inhóspita y virgen.

Digo que luché porque se pusiera bonita, pero la verdad es que solo le di ciertos tips para que ella misma se sacara provecho. Le hablé del libro que había leído "Cómo tener éxito con los hombres" para que ella tomara las ideas centrales y las aplicara a su vida y a su forma de comportarse y de enfrentar ese "enjamonamiento" (a diferencia del enajenamiento que la tenía sola).

No digo que ella por sí sola no hubiese logrado tener novio, claro que sí porque "A nadie le falta Dios" dicen por ahí, es solo que me puse contenta cuando supe que ya no estaba sola. Y tampoco estoy diciendo que estar solo es malo, por cierto es muy bueno para saber que somos únicos, que podemos pasarla bien, que crecemos como personas, etc... baaaah, pero como quiera es más entretenido estar bien acompañado.

Por eso cuando ella me contó lo del novio nada más se me ocurrió pensar en aquella canción (morbosita por cierto) que dice:

"Se murió Tite, y a Tite lo entierran hoy, a Tite lo entierran mañana..."