El instinto maternal

Bueno, alguna vez dije que les explicaría el desarrollo (tardío) de mi instinto maternal.
¿Por qué tardío?

Simplemente porque ha llegado justo con la idea de ir desarrollando un bebé en el vientre.

Mientras hay mujeres que viven esperando un hijo y para ellas el ser madres es algo que viene inherente con su naturaleza femenina, para mí eso era algo como "una llamada en hold".

Quizás la única razón por la que me atreví a pensar en hijos fue por la llegada de Tesorinho en mi vida. Una de las primeras invitaciones que me hizo fue a conocer a su sobrina de menos de un año. Cuando lo vi por primera vez con ella fue como si alguien halara del gatillo de una pistola.
Verlo con la niña, fue imaginármelo como padre.
Verlo con la niña, fue imaginarme sonriendo como madre.

No es que naciera en mí inmediatamente el deseo de ser madre, sino simplemente salió naturalmente y espontáneo. Y entendí que ser madre era algo que ya podía considerar.

Y ahora estoy aquí, con casi 20 semanas de embarazo. Sintiéndome gorda más que embarazada, ya que todo esto de la maternidad ha sido sin tropiezos, sin malestares, excepto una que otra noche de desvelo por par de horas que sin duda es el cuerpo preparándome para las noches de amamantar al bebé, la naturaleza es tan sabia, que me ha puesto a tomar un curso de "trasnoche" por adelantado, no hubiese querido ser tan aplicada con este rol y tan temprano, pero así es.

Sin antojos... sin drama más que una lágrima de vez en cuando por la sensibilidad, y por supuesto el drama de ver que los pantalones ya no cruzan. Claro, también está el otro lío que las blusas ya no sirven, que los tacos no son una opción en los pies, y que la ropa de embarazada no es lo más asentadora que digamos.

Quizás todas estas "quejas" desaparezcan cuando sientas sus primeras pataditas en el vientre... por mientras, solo soy una mujer gorda pero embarazada.

Comer sano ha sido algo que no me ha causado gran transtorno puesto que siempre me ha gustado la comida sana, las cosas integrales, el yoghurt, la leche descremada, las frutas, en fin, lo único es que en vez de mantenerme delgada ahora tengo una panza.

En esa panza viene mi hija.
Estamos a mitad de camino de su llegada.
Estamos contentos, un poco ansiosos por todo lo que vendrá, pero seguro que este estreno de ambos como padres no será un desastre (al menos no del todo).
Gracias a esa visita hoy me veo como una madre, Camila está aquí, conmigo, y cerquita de su papi.