"No llores más! Se te van a caer las pestañas y te van a quedar los ojos de pescado!" Esas eran las frases que me decía mi madre cada vez que me veía llorar de pequeña... Aún hoy las recuerdo y ahora me dan risa! Pero en aquel entonces... ay ay ay... el sólo pensar de que se me caerían todas las pestañas me daba más pena y más lloraba... y peor cuando decía lo de los ojos de pescado!
Quizás llorar se convirtió en la forma de escape más fácil... se aprende a manipular desde pequeños con el llanto (de bebés todos lo hicimos inconcientemente!) y algunos mayores lo hacen todavía... pero ese ya no está clasificado como llanto sino como "lágrimas de cocodrilo"
Mi madre es llorona, Laurita... ay Laurita... que llora hasta con un comercial de la televisión.
Mis hermanas... yo creo que ellas no lloraban tanto antes... y de hecho era un reto pasarse una película triste sin llorar... y nos acechábamos a ver quien lloraba primero... sólo para burlarnos! "Chaucha a que llora! Chaucha a que llora!" (para quienes no sepan lo que es una chaucha, dícese de la moneda de quéseyocuantos centavos... en Dominicana sería reemplazada por "chele", por lo tanto esa frase sería en tono de apuesto un chele a que se pone a llorar... snif snif!)
Mi padre... creo que nunca lo vi llorar mucho... sólo para cosas dramáticas como la muerte de alguien (su padre, su madre). Pero todo eso cambió con una operación al corazón que le hicieron... preventivamente le pusieron 5 bypass... (o eran 3? no me acuerdo bien, sólo me recuerdo que era un número impar) y tal parece que las emociones están conectadas directamente con ese músculo sostenedor de la vida, puesto que después de los bypass mi padre se ha vuelto tan llorón como mi madre... A veces me escribe un mail contestándome alguno que le haya enviado yo y me dice que ha tenido que secar el teclado de tanto lagrimón cebollero que brotó.
A él lo mandaba mi abuela (su madre, Graciela Carrasco Herrera) a llorar al baño cuando era niño... ahora está un poquito grande para ese castigo jeje
Ahora recuerdo una anécdota familiar relacionada al llanto y la fealdad. Salimos el "Sandovalaje" (las familias Sandoval, los hermanos y hermanas de mi madre, con sus respectivos esposos y esposas, más los primos... un "paquetón" de gente, al cerro San Cristóbal en la parte centro de Santiago de Chile. Yo acostumbrada a llorar por lo que fuera (ya saben...) ese día me di cuenta de un complot en mi contra. Un tío mío, el tío Freddy (que en paz descanse) andaba con una cámara fotográfica y estaban dispuestos a tomarme una foto llorando para revelarla y mostrármela cada vez que yo lloraba, para que yo viese lo fea que me ponía... como yo me había dado cuenta de la "movida" decidí que ese día sería fuerte y no lloraría por cualquier cosa, para aguarles la fiesta de la foto y todo eso...
La tarde transcurrió entre risas y helados "con palito" y yo no lloré... se acercaba la hora de retirarnos a casa y yo había cumplido mi cometido, no había llorado. Pero como casi todo en la vida es injusticia, mi tío (o alguien no recuerdo quién) envió a mi hermana Soraya (ya ven que lo nuestro era pelea y pelea) a que me golpeara para que yo me pusiera a llorar... y qué le dijeron a Sorayita!!! corrió a hacer el mandado... me dio y yo... lloré... y click-flash... la foto estaba tomada... Y ahí fue que yo lloré con ganas... sin importar los ojos de pescado! lloré por la injusticia de la situación, y porque esa foto representaba lo que ellos querían! pero fue conseguida a partir de una mentira!
La foto realmente era muy fea... así que yo después de grande, urgando en el escritorio de mi padre la encontré... y la "desaparecí"... como si con eso borrara el sentido de la injusticia.
Ahora, que yo ya soy menos joven (ojo! no más vieja), es lo que yo les digo a los pequeños que veo llorando... "no llores, que se te caerán las pestañas y te van a quedar los ojos de pescado"
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